Abraham Lincoln solía decir que es mejor estar callado y parecer estúpido que abrir la boca y disipar las dudas. Si bien es un dicho muy sabio, ¿puede aplicarse a una entrevista de trabajo? ¿Es mejor callarnos o reconocer que no sabemos algo en lugar de dar una respuesta aproximativa?
Cuando ya tenemos el trabajo, reconocer que no sabemos sobre un tema no suele plantear ningún problema. Sin embargo, en una entrevista, solo disponemos de unos minutos para convencer a nuestro interlocutor y demostrar nuestros conocimientos y habilidades. Por lo tanto, ¿podemos admitir sin miedo que no conocemos la respuesta a la pregunta que nos han formulado?
Si no te ha pasado nunca, seguro te sucederá algún día. Todo el mundo, en un momento u otro, se encuentra frente a una pregunta para la que no tiene respuesta. Afortunadamente, esto no suele suponer ningún problema, pero el grado de tolerancia de tu entrevistador dependerá principalmente del tipo de pregunta.
Preguntas clásicas
Prepararse para responder a las preguntas típicas de una entrevista de trabajo es fundamental. “Háblame de ti”; “Cuéntame tu última experiencia”; “¿Cuál es el proyecto del que más te enorgulleces?”. Son pocos los entrevistadores que van a tomarte en serio si te quedas bloqueado frente estas preguntas. A pesar de todo, es posible que el estrés haga que tu cerebro no logre recordar todo lo que sabes. Si este es el caso, la mayoría de los entrevistadores serán tolerantes y te dejarán tiempo para que lo pienses mejor.
Preguntas básicas sobre tu trabajo
¿Podemos no conocer las “4 P del marketing” si estamos solicitando un empleo en este sector? “Si una persona no conoce la respuesta a una pregunta relativamente sencilla sobre su futuro empleo, incluso después de haber reflexionado un momento, esto la puede perjudicar, aunque es una situación poco común”, explica Ruth Cimpoy, encargada de contratación de personas en una consultoría. La mayor parte de las veces, los conocimientos de los candidatos no son nulos, simplemente no son suficientes. En estos casos, Ruth recomienda demostrar tu voluntad de progresar: “Por ejemplo, puedes responder que eres consciente de que tu nivel de conocimientos no está a la altura de las expectativas de tu interlocutor, pero que estás dispuesto a emplear todos los medios necesarios para trabajar en ello”.
Preguntas complicadas
“A mí me gusta formular preguntas del tipo ‘Si tuvieras todas las cartas en la mano para llevar a cabo este proyecto, ¿cómo actuarías?’. Soy consciente de que son preguntas difíciles, pero no espero que me den la respuesta correcta, simplemente trato de comprender el razonamiento del candidato”, explica Maxime Thomas, cofundador de un centro de formación. Por lo tanto, raramente se te podría reprochar una “mala respuesta”. Otro enfoque posible consiste en minimizar tu falta de conocimientos poniendo de relieve tu curiosidad, humildad y capacidad de escucha (“Confieso que no conozco la respuesta pero, ¿podrías explicármelo un poco?” Asumir que ignoras algo es una forma de sabiduría y lucidez: Platón estaría orgulloso de ti.
Preguntas trampa
Puede darse la situación en que un entrevistador pretenda sorprenderte con una pregunta absurda. Suele suceder a menudo en las entrevistas para consultorías. En esos casos, el objetivo no suele ser indagar si conoces la respuesta (“¿Cuántos tubos de pegamento crees que son necesarios para construir esta maqueta?”), sino más bien observar cómo reaccionas cuando te encuentras bajo presión.
Qué tentador es decir cualquier cosa cuando creemos que nuestro interlocutor no podrá verificar si nos estamos equivocando! ¡O incluso arriesgarnos a dar una respuesta aproximada para dar una buena impresión! Por desgracia, mentir para ocultar nuestra ignorancia suele ser peligroso. “En mis primeras entrevistas, me encontré con una persona que me mintió en lugar de reconocer que no conocía un tema que para mí era fundamental. Fue mi culpa, ya que debería haber hecho más preguntas en lugar de confiar en ella sin más, pero al final tuve que despedirla unas semanas más tarde porque no sabía hacer la tarea para la que la habíamos contratado”, añade Maxime. En las empresas, la mentira es una bomba de relojería.
Inventar una respuesta o “decir cualquier tontería” revela tanto tus debilidades como tu falta de fiabilidad de cara al futuro. Además, nadie quiere contratar a una persona que oculta su ignorancia y asumir el riesgo que ello supone para sus proyectos o compañeros. “Al contrario. Que una persona reconozca que no sabe algo es muy buena señal, ya que hay buenas probabilidades de que reaccione de la misma manera cuando la hayas contratado, y eso es exactamente lo que yo espero de mis empleados: honestidad y transparencia”, apunta Maxime.
¡Que no cunda el pánico!
¿Notas esa gota de sudor que baja lentamente por tu frente? Cuando te enfrentes a una pregunta para la que no tienes respuesta, trata de mantener la sangre fría y respirar profundamente. No tengas miedo del silencio. Mostrarte tranquilo hará ver al entrevistador que eres capaz de mantener la calma y soportar la presión.
Gana tiempo
Si tienes una idea aproximada de la respuesta pero no eres capaz de definirla exactamente, trata de ganar tiempo pidiéndole a tu interlocutor que reformule su pregunta o que aclare algunos aspectos. De este modo, tu cerebro tendrá tiempo de reorganizar las ideas.
Busca alguna pista
Formular preguntas relacionadas con el asunto podrá ayudarte tal vez a identificar mejor lo que tu interlocutor te está preguntando. Profundiza en el asunto para ver si puedes conseguir más detalles que te ayuden a comprenderlo. Por ejemplo, si un entrevistador te pregunta cuál es el mejor método para abordar un determinado proyecto, puedes responderle lo siguiente: “Para poder dar una respuesta más contextualizada, ¿podrías decirme cómo lo ha estado haciendo la empresa hasta ahora?”.
Piensa en voz alta
Cuando un entrevistador plantea de forma deliberada una pregunta compleja, generalmente lo hace para hacerse una idea de cómo resuelves un problema. Si te preguntan de qué modo llevarías a cabo un proyecto, pero no tienes una idea concreta del resultado final, explica simplemente las etapas que seguirías: “Para empezar, le preguntaría al cliente final. Luego, creo que es importante…”. A menudo, el proceso de reflexión es más importante que la respuesta final.
Responde, pero más tarde
Cuando te planteen una pregunta compleja, no dudes en comprometerte a responder más tarde. “Es una pregunta que merece reflexión. Me gustaría reflexionar sobre el tema y dar una respuesta más completa más tarde”. Ese “más tarde” puede ser el final de la entrevista o tu correo electrónico de seguimiento. Es una excelente manera de demostrar tu perseverancia y seriedad, lo que sin duda alguna te permitirá destacar más que si eludes la pregunta.
Tu estado de ánimo es el ingrediente principal del éxito en una entrevista de trabajo. Para conseguir el puesto, no hace falta que la superes sin cometer ni un solo fallo. No tener la respuesta a una pregunta rara vez suele ser irreversible, mientras que tratar de resolver la situación mintiendo puede hacer que tu candidatura se convierta en una bomba de relojería. “Más que un examen, una entrevista es, ante todo, un intercambio de ideas”, concluye Ruth.
- Articulo original: Welcome to the Jungle
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